Los dos jardines
Los jardines de Monet están divididos en dos partes, un jardín de flores delante de la casa, que se llama Le Clos Normand, y un jardín de agua de inspiración japonesa del otro lado de la carretera. Las dos partes del jardín de Monet se oponen y se completan.
Le Clos Normand
Cuando Monet y su familia se instalan en Giverny en 1883, el terreno que desciende desde la casa hasta la carretera es un vergel rodeado de altos muros de piedra. Una alameda central a la sombra de abetos lo atraviesa.
Monet los hará talar, conservando únicamente los dos tejos más cercanos a la casa a petición de Alice.
Este Clos Normand de cerca de una hectárea, Monet lo transforma en un jardín rico en perspectivas, en simetrías y en colores. El terreno se distribuye en parterres donde los macizos de flores de diferentes alturas crean los volúmenes. Los árboles frutales o de decoración dominan los rosales trepadores, los tallos esbeltos de las malvarrosas y las masas coloreadas de las plantas anuales.
Monet mezcla las flores mas humildes (margaritas y amapolas) con las variedades más rebuscadas.
La alameda central está recubierta de arcos sobre los que crecen los rosales trepadores. En contrapunto otros rosales cubren la barandilla que bordea la casa. Al final del verano las capuchinas invaden el suelo de la avenida central.
A Claude Monet no le gustan los jardines organizados o encorsetados. Alía las flores en función del color, como si se tratara de pinceladas y las deja crecer a sus anchas.
A lo largo del tiempo se apasiona por la botánica, cambia planteles con sus amigos Clemenceau o Caillebotte. Siempre a la busqueda de variedades raras, hace traer a fuerza de copiosos gastos, bulbos o jóvenes planteles. “Todo mi dinero se va detrás de mi jardín”, confiesa. Pero también: “Estoy maravillado”.
El jardin de agua
En 1893, diez años después de su llegada a Giverny, Monet compra el terreno vecino a su propiedad del otro lado del ferrocarril. Un pequeño arroyo lo atraviesa, el Ru, una desviación del Epte. A pesar de la oposición de los campesinos colindantes que temen que envenene el agua al plantar vegetales raros, pero con el apoyo de la Prefecture, Monet hace excavar un pequeño estanque. En una carta al prefecto del Eure, declara :”Se trata únicamente de algo para el recreo y el placer de los ojos, y también para tener modelos para pintar; no cultivo más que plantas como nenúfares, juncos, lirios de diferentes variedades que crecen espontáneamente a lo largo de nuestros ríos, y nunca podrán envenenar las aguas”
A continuación el estanque será agrandado hasta llegar al tamaño actual. El jardín de agua lleno de
curvas, se inspira en los jardines japoneses que Monet conoce por las estampas de las que es un fervoroso coleccionista. Encontramos en este jardín de agua el famoso puente japones cubierto por las glicinias, otros puentes más pequeños, sauces llorones, un bosquecillo de bambúes y sobre todo los famosos nenúfares que florecen durante todo el verano. El estanque y la vegetación que lo rodea forman un mundo cerrado, independiente de los campos aledaños.
Nunca hasta ahora un pintor había dado forma hasta este punto a su modelo de naturaleza antes de pintarlo, creando dos veces su obra. Monet encuentra en ello su inspiración durante más de veinte años. Después de la serie de los puentes japoneses se consagra a los nenúfares, hasta las gigantescas decoraciones de l’Orangerie. Siempre a la búsqueda de brumas y transparencias, Monet se interesa cada vez más a los reflejos del agua, una especie de mundo inverso transfigurado por el líquido elemento.
El puente japonés
¡Monet ha pintado su puente 45 veces! Para construirlo llamó a un artesano local. Cuando la restauración del jardín el puente estaba demasiado estropeado para ser recuperable. Tuvo que ser reconstruido por una empresa de Vernon.
Las glicinias que lo cubren fueron sembradas por Monet.
La visita
700,000 visitantes descubren los jardines de Monet cada año, en solo siete meses.
A fin de evitar el pisoteo y conservar el jardín en todo su esplendor, algunas alamedas no son accesibles para el público. Los visitantes pueden, no obstante, dar la vuelta completa al jardín para admirarlo desde todas las perspectivas.
El acceso al jardín de agua se realiza por un paso subterráneo bajo la carretera ( en aquel tiempo, Monet debía atravesar la vía y cruzar el camino del Roy). Podrán cruzar el puente y pasearse por los rincones secretos del jardín de agua.
Las fotos en el jardín están autorizadas a condición de no salirse de los caminos. Los picnics están prohibidos. No se admiten animales.
La restauración del jardín y de la casa
A la muerte de Claude Monet en 1926, la casa y el jardín pasan a su hijo Michel. El no vive allí y es la hijastra y nuera de Monet, Blanche Hoschedé, quién se encarga de la propiedad.
Desgraciadamente después de la segunda guerra mundial el jardín y la casa han sido descuidados.
En 1977 Gerald van der Kemp es nombrado conservador de Giverny. André Devillers, que había tenido la suerte de acompañar a Georges Truffaut, eminente jardinero frecuentemente invitado a la mesa de Monet, le ayuda a reconstruir el jardín tal que estaba en la época del Maestro.
Numerosos contemporáneos de Monet también lo atestiguan.
Fueron necesarios varios años para devolver al jardín y a la casa su antiguo esplendor ya que no queda gran cosa. Los cristales de los invernaderos y de la casa volaron en añicos durante los bombardeos, la carpintería se ha podrido, la escalera derrumbada, y tres árboles han crecido en el taller mayor. Se debe volver a excavar el estanque, buscar el nivel original del suelo del jardín, plantar de nuevo las mismas variedades raras encontradas por Monet en su tiempo.
Gracias a generosas donaciones en su mayoría americanas, la fachada de la casa ha sido revocada, los muebles antiguos y las estampas japonesas restauradas, las estructuras de acogida organizadas. La propiedad abierta al público desde 1980.
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